The hidden little Lady

Tuesday, March 29, 2005

...Se hace camino al andar

(Si recien llegaste: Caminante no hay camino...)
Como si alguien lo corriera, camina hacia el sol, dejando un rastro plateado tras de si, cubriendo el asfalto de luz e impaciencia. Acaricia el camino con su alegre andar y regala seguridad a cada paso. Disfruta de la brisa calida del verano, mientras se mueve sin rumbo por la inmensa ciudad, haciendo implícitos acuerdos de regreso, con cada baldosa que pisa. Con la frente en alto, limpia el aire que respira y descascara todo dejo de incertidumbre en su camino, cruzando miradas, entregando reverencias. Frente a la encrucijada de cada esquina, acierta dirección sin dudar un instante, con paso firme y estrecho. Aumentando y disminuyendo la velocidad intermitentemente, provoca sensación en las féminas que lo ven pasar y se hipnotizan con el brillo de sus ojos. Indescifrable, se esconde tras la extraña duda de sus labios que no llegan a sonreír.
Gira su ser para ver pasar a la bella morena y se pierde en el ir y venir de sus perfectas caderas, regalándole una mueca dudosa que intenta ser sonrisa mientras ella alude a la mirada y gira para verlo pasar. La reconoce, la escucha, la lee, aunque ella se cuide de ser vista. Él solo pone atención.


"Me gusta verlos pintarse de sol y grana,
volar bajo el cielo azul,
temblar súbitamente y quebrarse...
Nunca perseguí la gloria.

Caminante son tus huellas el camino y nada más;
caminante, no hay camino se hace camino al andar.
" J.M. Serrat





Friday, March 25, 2005

De las cosas que son y no son

Hay cosas que no son decibles, pero se dicen como se puede, cuando se puede y cuando salen. Por eso son “no decibles” y no son “indecibles”. Las indecibles son otra categoría. Son las que aunque se encuentre el momento, el lugar y hasta la forma, se esconden en el fondo de un cajón y no salen igual. Hay palabras que se lloran y palabras que se ríen. Y así, muchas clasificaciones inclasificables, pero la idea no es clasificar las cosas decibles ni las palabras. La idea no es clasificar. Por lo menos no la mía. Clasificar sería definir y hoy las cosas y las palabras son sentimientos. No me gusta clasificar sentimientos porque clasificar me significa controlar y hay cosas que no se controlan. O si, pero no quiero controlar. No hoy.
Hoy quiero entender a los nudos contagiosos. Esos que se anudan en la garganta y no quieren dejarse desatar. Quiero sincerarme completamente. Tengo uno. Uno grande, si. Las lagrimillas que atolondradas humedecen mis ojos, no ayudan tampoco. No se si ayudar es la palabra. No importa tampoco.
También quiero entender el ser. O el no ser. Quiero hablar de las miles de explicaciones necesariamente innecesarias que quiero dar del porque del formato de este texto. Intentar transmitir alguna explicación racional y entendible de lo que quiero cambiar, de las cosas de sentir y de las cosas de pensar. De la Joha que fui y de la Joha que soy, también de la Joha que nunca voy a ser. Como si con decir todo eso dijera algo. Pero en verdad no digo nada. Digo lo que digo y lo que puedo, que al final es lo que digo. Que las cosas tendrían que ser distintas pero iguales. Y no distintas de ahora para ser como antes, sino distintas. De antes de ahora y de siempre. Pero no otras cosas. Las mismas. Es complicado. Yo no lo entiendo.


Monday, March 21, 2005

Anténtica y feliz

A veces su sonrisa es canción y su boca el disco compacto que la guarda. Cuando su sonrisa es llanto, la comisura de sus labios se convierte en un destello inexplicable de amarguras supuestas y presupuestas que recobran tiempos anhelados con melancólicos gestos. Pero cuando su sonrisa no es música ni lágrima, su boca se vuelve libro de páginas ilegibles. Entonces ella toda, es una caja negra que nadie se atreve a descifrar. Pero es auténtica. Y feliz.



Thursday, March 17, 2005

Caminante no hay camino...

Con el ardor que dejan los sueños de felicidad, mirando hacia el cielo, ella camina. Arrastra una veta dorada, de estrellas marchitas que bañan las calles cargadas de smog veraniego. Sonríe a la vida con un dejo de tristeza melancólica que se escabulle en la comisura de sus labios y define su marcha el camino que el sol inunda con su brillo, atrayendo miradas rimbombantes de individuos curiosos que aminoran su marcha al observar el ir y venir de sus perfectas caderas al ritmo sigiloso de músicas inexistentes.
Plagada de emociones discontinuadas, acomoda su cabello al viento que la arrastra lentamente hacia el vuelo de sus pasos. Con la mirada distraída, revela en su andar la alegría invisible de un logro inminente, expresa brillos latentes escondidos en su alma provista de sueños alcanzables con solo unos pasos. Transmite seguridad con cada pisada inequívoca sobre el asfalto, aunque no esconde pisadas en falso que le enseñan a mirar el letargo inexplicable de la experiencia.
No habla pero dice, aunque solo escucha quien se atreve a poner atención a la mueca que a veces es sonrisa y escapa de su boca.



Monday, March 14, 2005

Cuatro lugares en el mundo

Ya llevé mi alma hasta él hace unos días, habiendo leído preocupación, cansancio en su voz y duda en sus palabras. Quise mostrarle el cielo estrellado, donde también su brillo ilumina. Me senté a su lado, tratando de que no se sienta tan solo, aunque sea imaginando al leerme que estoy ahí, tomando un café negro y sin azúcar, solo para hablarle de historias sin sentido. Quería que entienda que espero un avión que llega trayéndolo de vuelta.

Ahora vuelo a visitarla, no literalmente – aunque eso quisiera – con el sol del mediodía, dejándome ser con su brillo que también es el de ella. Entonces, cuando la libélula extiende sus alas, yo me subo, la busco y la encuentro. Vuelo con ella un rato y me lleva en su pasión alada, en sus palabras rociadas de polvo de estrellas. Me quedo con ella un rato, el que puedo, por lo menos para ponernos un poco al tanto, para charlar y no sentirla tan lejos. Su brillo es imponente, deja una veta plateada en el aire, admirable libertad, paciente mujer de intensos sentimientos.

Él espera que un avión me lleve. Recobrando temporadas antiguas en el presente fatídico, recuerda historias de tiempos felices, de inacabables compañías y de sueños extremos de practicidad en encuentros. Ahora la distancia física sobrepone a la psíquica y leer su mente cuesta mucho más, aunque con el aeróbico ejercicio de mis dedos logre alcanzarlo con un ‘ring’ bastante económico. Su ausencia es tan imperfecta y tan personal que su voz lo trae junto a mi cada vez que lo necesito.

Pero dos semanas es mucho tiempo. Además se que es mentira, que su mente viajera no lo va a dejar volver tan rápido como dijo. Le dejé algo mío material. Cubrirle los ojos del sol que brilla intenso tan lejos de Buenos Aires, es solo algo figurativo para su memoria que no es frágil y ya lo hizo volver una vez. Pero ante lo inevitable del camino que ha de ser recorrido para abrazarlo, no puedo inventar ni encontrar palabras escritas que lo alcancen y me asusto de no poder escribirle.



Tuesday, March 08, 2005

Crónica de una vuelta a casa

Taconeo de ritmo perfecto sobre las simétricas baldosas que se extendían a lo largo de veredas de intachable historia y curtida personalidad. Avanzando lentamente hacia la avenida a incambiable velocidad, adentrada en mi misma, recorriendo laberintos de imágenes recolectadas a través del tiempo y concentrada en la eficiencia del humo el cigarro que fumaba, suscribí mi mente al cálculo inmediato de números inexistentes. Jugaba a seguir mi propia línea de pensamientos, de asociación libre, sin perderme en la melodía inexplicable de los motores que aceleraban a mi izquierda y me dejaba llevar por su inigualable armonía motriz. Perdida en el retumbar de mis pasos, intentando escuchar palabras incoherentes de personas desconocidas, que hablaban sin decir o decían sin hablar, desistí en el intento de comprender lo oído. Probé formaciones neuronales de dudosa reputación a medida que avanzaba en dirección a la nada y con motivos nulos. Mi cuerpo se resistía al aire de la mañana que golpeaba suavemente mi rostro. Cerrando los ojos pude recrear el sonido de su voz. Sonreí volviendo a sentir su pasión en mi piel. Observaba mi reflejo en las vidrieras curiosamente ordenadas una tras otra a lo largo de mi camino y olvidé lo que pensaba. Reflexionando sobre algún tema de vana importancia dejé volar mi imaginación y me llené de paz. Crucé la avenida, paré un taxi y seguí.



Wednesday, March 02, 2005

Tiempo al tiempo

Se necesita tiempo para amar y para ser amado. Para mirar a una persona a los ojos sin temer a la vulnerabilidad de abrirse completamente a la transparencia increíble de las ventanas del alma. Tiempo para crecer y aprender. Aprender que cada cosa es un paso, que cada paso es crecer. Para confiar en la importancia de un segundo en la vida de alguien, hacer de un segundo un momento y de un momento un hecho memorable. Para creer en la inconsistencia de una palabra por si misma y hacerla valedera en su contexto. Tiempo para dejar ir a lo que ya voló de nuestras manos y para retener lo que aún no queremos dejar ir. Tiempo para saber qué permitir se escurra entre nuestros dedos como arena de playa y para guardar agua de mar en un frasquito. Para apreciar los silencios y saber terminarlos. Para leer las palabras en la boca mas cerrada. Para saber cuándo un abrazo es indispensable y cuando no significa nada. Tiempo para expresarse y tiempo para callar. Tiempo para el tiempo. Para saber apreciarlo y despreciarlo. Tiempo para darse cuenta cuando queremos detener el tiempo en nuestras manos.