The hidden little Lady

Monday, July 16, 2007

Quise alcanzar ese aroma que emanabas. Apenas lo percibía en el aire y podría haberlo tocado si tan solo estiraba mi mano y cerraba los dedos. Mientras tu calor ocupaba mi cuello, disfruté silenciosa el vibrar de tu voz en mi oído. Suave, sutil, casi imperceptible. Imaginé tus manos en mi pelo y mi boca en tu pecho intentando comprender la delicada secuencia de escenas que se sucedían tan reales como imposibles, tan livianas e incomprensibles. Podría haber caído rendida, hubiese sido simple, sencillo y desconsiderado con mi propia existencia. Sin embargo es en este momento que imagino tu cuerpo y siento tu piel. Es ahora que mis labios ansían los tuyos y mi boca no pretende existir sin volverte a besar. En este instante es que el juego comienza y me inundo incomprensible en mi propia ignorancia. No comprendo la osadía de tu mente ni ese descaro casi insultante de animarte a besarme. No lo entiendo, aunque lo alabo. Bendigo tu valentía y tus ganas, tus dulces caricias y tu tierno calor. No solo apruebo tu atrevimiento sino que venero la delicadeza con que tocaste mi piel.