The hidden little Lady

Thursday, January 26, 2006

La cita

Nos paramos frente a frente, otra vez el presente nos cruza como en el pasado. Volvió a mirarme con ganas y le devolví la mirada con el mismo irónico escepticismo. Repitiendo la escena, se sentó junto a mí y conversamos, de la vida, de ella, de mí, de todo, pero sobre todo de ella. Nos reímos del destino superfluo que me acorralaba nuevamente ante su escalofriante presencia, hablamos de la sensación incrédula que compartíamos con respecto al resultado de este nuevo encuentro y miramos por un rato el mundo girar, esperando como siempre el momento.
Se levanto entre decepcionada y resignada y se fue sin despedirse. La mire alejarse caminando lentamente sin que nadie pudiese verla, hasta que sorpresivamente y por primera vez desde aquella primera visita muchos años atrás, giró y me miró por sobre el hombro. Le sonreí de lado, un poco sorprendida y un poco resignada también, y le guiñé un ojo. Me regaló una carcajada simpática y me gritó bajito: ‘nos volveremos a ver…’.


Sunday, January 22, 2006

Cumple Blog...

FELICES 100 POSTS PARA THLL...

(si, claro que puedo ser tan caradura, no veo porqué la sorpresa)


Monday, January 16, 2006

Dos unos II

Brillaban sus ojos como luciérnagas transparentes, casi invisibles en la oscuridad donde estaban inmersos. Así y todo, supo encontrar su camino en la piel. Con el solo roce de sus yemas, un escalofrío le recorrió el cuerpo y en un esfuerzo distintivo inhaló todo el aire posible. Siguió recorriéndola suavemente, sintiéndola excitarse profundamente, como si sus dedos persiguieran el agitar de su respiración. Pero ella ya no estaba allí. Se la había llevado la mañana fría de ese verano que los conjugó en tiempo presente. Sus palabras lo decían claramente y, aunque en el intento desesperado por tenerla haya derramado mas lagrimas de las que podría permitirse jamás, no correría a buscarla. El trato era claro y el siempre cumplía su palabra. Entonces la dejó ir.
Mucho tiempo después, o no tanto, volvió a ver sus ojos fosforescentes. Instantáneamente volvieron a su piel las caricias del tiempo próximo pasado. Sus recuerdos vívidos se perdían en un presente de ser solo que activaba su pasión más primitiva, esa que ella había llegado a descubrir tan sabiamente, a pesar de exhalar su juventud por cada poro. Abrazó su cuerpo pequeño y le susurró palabras al oído. Volvieron a ser esos dos unos que se encuentran en la noche tibia, que se sienten sin tocarse, que se miran desde adentro. La besó suavemente en la frente y tomó su mano. Exactamente en ese momento, supo que no habría de volver a leer palabras de despedida. O eso quiso saber.


Wednesday, January 11, 2006

CONCLUYENDO I

La felicidad, al final del día, no es más que un balance positivo.


Monday, January 02, 2006

Dos Unos

Ideó un plan violento. De esos que se deslizan por las sogas inertes que cuelgan cuando un suicida incompetente no logra fallar en su curso de acción. Fue entonces cuando se asumió despojado de su propia dicha y comprendió la novela trágica en la que su propia vida se había convertido. Se sentó en el borde de la cama, compungido. Mientras las lágrimas que intentaba evitar le cerraban la garganta, intento inventar su disfraz de hombre malo al tiempo que le acariciaba la nuca distraido, expresando la ternura inherente que se esforzaba por ocultar. No es que se hubiera enamorado de ella, ni que no la pudiera llegar a amar algún día. Simplemente no podían permitírselo, tal vez por la misma razón por la que no podían dejarse.
Ella ya había cubierto sus sentimientos, así como se tiño la estupidez de castaño oscuro. El había construido su fortaleza, de la misma forma que su musculatura en el gimnasio. Quizás por eso se conocieron, o se encontraron. Porque los opuestos se atraen, como polos de un imán, sin ser ni positivo uno ni negativo el otro, o porque bajo la tintura y la fibrosidad, los dos escondían una locura simple, que habla su mismo idioma.
Todo esto para que un día se saquen los lentes oscuros y se reconozcan entre la multitud. Es que así fue. Se acercaron a través del calor que podía cortarse con los dedos, siempre mirándose a los ojos, paso a paso entre la gente inconsciente e ignorante de estar presenciando uno de esos momentos en los que hay dos unos que se encuentran. Son esos encuentros que tienen sabor de despedida, esas aguas que tan solo secan, esas contradicciones que acuerdan.
Recordaba todo eso como si no fuese el quien lo había vivido, y se lo contaba a ella, como un cuento fantástico deseando que ella lo interrumpa. No por miedo a las palabras que diría, sino por la simple razón de en algún momento inoportuno tener que contar un final. Hizo una pausa para mirarla profundamente dormida y dejar caer una lágrima. Cerro sus ojos y siguió.
La luz intermitente los encegueció y la música estruendosa los empujo hasta que se sonrieron despilfarrando el alcohol que les emborrachaba las tripas y el alma. Se descubrieron sin siquiera tocarse y rieron a carcajadas sumergiéndose en un beso que les humedeció las venas. Se tomaron las manos, dedo a dedo encastraron perfectamente y así caminaron lentamente con el sol que les entibiaba los cabellos.
Ahí estaban, el derramando lágrimas que no podía comprender, mientras ella dormía profundamente sin siquiera escuchar como el dilataba el inminente final, mirándola ya en silencio, sin ninguna ocurrencia coherente. Quería escapar del papel que había creado y quedarse con ella, aunque sea unas horas mas, solo verla dormir.
Se acostó a su lado, sin tocarla, sin despertarla, sintiendo su calor y su presencia. Abstrayéndose de su propia imagen, se vio en la inmensidad de una cama de hotel con una mujer con la que hubiese querido pasar su vida. Con una mujer que hubiese querido pasar la suya con el. Se durmió dudando de lo que iba a decir esa mañana cuando ella despertase. Planeo un futuro fascinante y se asusto un poco, hasta que el cansancio lo venció.
Cuando despertó solo pudo ver en el vacio una carta con su letra. Se animo a leerla lentamente. Luego de cada palabra, una lágrima salada le surcaba la cara ya cansada de la soledad. En cuanto la firma culmino sus palabras, se recosto y volvió a llorar.