The hidden little Lady

Monday, January 16, 2006

Dos unos II

Brillaban sus ojos como luciérnagas transparentes, casi invisibles en la oscuridad donde estaban inmersos. Así y todo, supo encontrar su camino en la piel. Con el solo roce de sus yemas, un escalofrío le recorrió el cuerpo y en un esfuerzo distintivo inhaló todo el aire posible. Siguió recorriéndola suavemente, sintiéndola excitarse profundamente, como si sus dedos persiguieran el agitar de su respiración. Pero ella ya no estaba allí. Se la había llevado la mañana fría de ese verano que los conjugó en tiempo presente. Sus palabras lo decían claramente y, aunque en el intento desesperado por tenerla haya derramado mas lagrimas de las que podría permitirse jamás, no correría a buscarla. El trato era claro y el siempre cumplía su palabra. Entonces la dejó ir.
Mucho tiempo después, o no tanto, volvió a ver sus ojos fosforescentes. Instantáneamente volvieron a su piel las caricias del tiempo próximo pasado. Sus recuerdos vívidos se perdían en un presente de ser solo que activaba su pasión más primitiva, esa que ella había llegado a descubrir tan sabiamente, a pesar de exhalar su juventud por cada poro. Abrazó su cuerpo pequeño y le susurró palabras al oído. Volvieron a ser esos dos unos que se encuentran en la noche tibia, que se sienten sin tocarse, que se miran desde adentro. La besó suavemente en la frente y tomó su mano. Exactamente en ese momento, supo que no habría de volver a leer palabras de despedida. O eso quiso saber.