Preparando el Café
Sostenía la taza con la mano izquierda. Con la cuchara en la derecha, batía sistemáticamente la mezcla de instantáneo Nescafé y azucar, con el objetivo de llevarla al tono dulce de leche indispensable para lograr un café espumante. Entre los dedos índice y mayor de la mano que se aferraba al recipiente contenedor, el cigarrillo encendido.
Solté la cuchara y tomé el cigarro, aspiré y estiré mi brazo para alcanzar el cenicero de pié ubicado frente a mi. Golpeé suave y sistemáticamente la colilla para depositar la ceniza y evitar que caiga fuera del receptor de madera.
Inconscientemente, mi mano izquierda produjo una leve inclinación en la taza que sostenía, provocando un pequeño desliz en el instrumento curvo con el que había mezclado el café. El mango de la cuchara hizo contrapeso, haciéndola girar en el aire, lentamente, hasta dar de punta contra el suelo de cemento. La pasta, que aún no había llegado al punto justo, había quedado adherida a la sección curva del instrumento mezclador. En el exacto momento del impacto contra el piso, los restos de la dicha sustancia se desparramaron provocando un inmenso desastre neosocial. No voy a decir que se revelaron los ecologistas. Pero lo notaron mis compañeros de trabajo, incitándome con la mirada a reparar el daño causado.
Con mas enojo que ganas, tomé el trapo amarillo del fregadero.
Solté la cuchara y tomé el cigarro, aspiré y estiré mi brazo para alcanzar el cenicero de pié ubicado frente a mi. Golpeé suave y sistemáticamente la colilla para depositar la ceniza y evitar que caiga fuera del receptor de madera.
Inconscientemente, mi mano izquierda produjo una leve inclinación en la taza que sostenía, provocando un pequeño desliz en el instrumento curvo con el que había mezclado el café. El mango de la cuchara hizo contrapeso, haciéndola girar en el aire, lentamente, hasta dar de punta contra el suelo de cemento. La pasta, que aún no había llegado al punto justo, había quedado adherida a la sección curva del instrumento mezclador. En el exacto momento del impacto contra el piso, los restos de la dicha sustancia se desparramaron provocando un inmenso desastre neosocial. No voy a decir que se revelaron los ecologistas. Pero lo notaron mis compañeros de trabajo, incitándome con la mirada a reparar el daño causado.
Con mas enojo que ganas, tomé el trapo amarillo del fregadero.