The hidden little Lady

Friday, December 10, 2004

Frente a la ventana

Cuando dejan de transitar los autos, se acaba el sonido de la goma rozando el asfalto, el destello de las luces no brilla más y la avenida parece volverse oscura y desértica, vuelven a mi las caminatas bajo la lluvia y los atardeceres en la playa. Todo parece volverse nítido por un instante. Me recuerdo a mi misma sentada junto a esta misma ventana – desde donde miro el mundo y escribo – varios años atrás, plasmando en papel sensaciones sobre el correr del agua cuando la calle no puede absorber más el llorar del cielo o expectante en la misma nebulosa que hoy me atrapa manteniéndome horas con la vista fija en los focos de los coches que se escapan de mi campo visual. Reestructuraciones insólitas asaltan mis ideas – ninguna implementable, pero todas dignas de atención – denotando la magnitud del cambio no previsto. Pasó el tiempo.
Me acurruco en el sillón que alberga mis tardes de concentración frente al vidrio intrigante hasta ver mi propio reflejo. No soy la de ayer, la que arrasaba con el sembradío de emociones que sentía, la que no perdía la oportunidad de una discusión insólita, pero tampoco soy tan distinta, conservo la pasión, la desdicha del pensamiento racional no me abandonó aún, tendrías que verme. Simplemente soy la niña de los ojos brillantes de felicidad y de amor. La mujer que te entregó su alma, además de su cuerpo. La mujer a la que amaste con locura. La que te amó con locura. Sabes quien soy. Me ves, te veo.