Ella y Él [Parte IV]
Partes: Primera Segunda Tercera
El maestro, sentado al piano, deja pasar los años. Sigue tocando para ella, soñando que se va a acercar, besar sus labios, y rogar siga con su arte. Sus cabellos denotan su espera y recuerdan su juventud, cuando se dejó vencer por la niña que luego fue mujer, por la unica mujer que amó. El espejo le recuerda a cada instante cómo perdió la cabeza.
La niña de los ojos dulces y mirada de brillantes estrellas, ya es mujer. Escucha el sonar de su musica sin que él lo sepa y de a ratos, recorre las calles, esperando encontrarlo en algún bar. Verlo sentado frente al piano, tocando melodías que endulcen los oídos y el alma. Alguna de esas que ella lo escuchó reproducir, sin que el maestro se entere, mientras a él le pasaba el tiempo, simplemente sentado esperándola.
Atendió el teléfono distraída, pues no esperaba llamado alguno. Habló. Como nadie contestaba, colgó el auricular. Solo transcurrieron unos segundos y el aparato volvió a emitir sonido. Contestó nuevamente.
Ella.- Quién?
Él.- Soy yo.
Mantuvieron una conversación nerviosa, pero confiada y limpia de recuerdos. Ni una palabra sobre los anhelados besos latentes, ni sobre las estrellas que esperaban sus encuentros, tan solo para brillar en sus ojos.
Él.- Me escuchabas?
Ella.- Siempre
Y el volvió a tocarle melodías para llenar sus oídos y su alma. Ella lo escuchó, otra vez en silencio, durante un buen rato. Cortaron. Ella miraba el teléfono desconcertada. Él esperaba oírlo sonar. No sonó.
Ella.- Quién?
Él.- Soy yo.
Mantuvieron una conversación nerviosa, pero confiada y limpia de recuerdos. Ni una palabra sobre los anhelados besos latentes, ni sobre las estrellas que esperaban sus encuentros, tan solo para brillar en sus ojos.
Él.- Me escuchabas?
Ella.- Siempre
Y el volvió a tocarle melodías para llenar sus oídos y su alma. Ella lo escuchó, otra vez en silencio, durante un buen rato. Cortaron. Ella miraba el teléfono desconcertada. Él esperaba oírlo sonar. No sonó.
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El maestro, sentado al piano, deja pasar los años. Sigue tocando para ella, soñando que se va a acercar, besar sus labios, y rogar siga con su arte. Sus cabellos denotan su espera y recuerdan su juventud, cuando se dejó vencer por la niña que luego fue mujer, por la unica mujer que amó. El espejo le recuerda a cada instante cómo perdió la cabeza.
La niña de los ojos dulces y mirada de brillantes estrellas, ya es mujer. Escucha el sonar de su musica sin que él lo sepa y de a ratos, recorre las calles, esperando encontrarlo en algún bar. Verlo sentado frente al piano, tocando melodías que endulcen los oídos y el alma. Alguna de esas que ella lo escuchó reproducir, sin que el maestro se entere, mientras a él le pasaba el tiempo, simplemente sentado esperándola.