Crónica de una ruptura
En cuanto sus ojos cambiaron el brillo, demostró su tenaz entendimiento. La miró profundamente, como si fuera la primera vez. Desconociéndola por completo descargó su favoritismo por las discusiones inauditas y buscó el dolor hasta donde no existía. Fijaba sus pupilas en ella comprendiendo poco a poco qué tan lejos estaba y resistiendo la brutalidad del puñal que le clavaba. Transitó la conversación infiriendo mentiras inconmensurables con la cruel realidad. Intentaba justificar su dolor con griteríos de niño incrédulo, protocolos de adolescente destrozado y argumentos de adulto despechado, pero aún así, no podía aceptar el derrumbe al que se enfrentaba. Llegado el momento, pudo calmar sus ansias y escuchar explicaciones incoherentes.
Para ese entonces su mirada estaba perdida en los recuerdos de atardeceres junto al mar. La recordaba serena mientras lo besaba, iracunda mientras discutían, pero no podía recordarla de esta forma. No había en su memoria registro de esa mirada perdida a la que hoy se enfrentaba. Seguía observándola con recelo, intentando encontrarla entre los restos de ella misma. Herido, se levantó frente a ella. La atacó con los ojos, con el fin de transmitirle todo su despecho. Se quitó el anillo y lo arrojó con fuerza contra el piso de madera. Deshecho, caminó hasta la puerta, aún con la esperanza de sentirla caminar apurada hasta abrazarlo por la espalda, arrepentida.
Para ese entonces su mirada estaba perdida en los recuerdos de atardeceres junto al mar. La recordaba serena mientras lo besaba, iracunda mientras discutían, pero no podía recordarla de esta forma. No había en su memoria registro de esa mirada perdida a la que hoy se enfrentaba. Seguía observándola con recelo, intentando encontrarla entre los restos de ella misma. Herido, se levantó frente a ella. La atacó con los ojos, con el fin de transmitirle todo su despecho. Se quitó el anillo y lo arrojó con fuerza contra el piso de madera. Deshecho, caminó hasta la puerta, aún con la esperanza de sentirla caminar apurada hasta abrazarlo por la espalda, arrepentida.