The hidden little Lady

Friday, February 11, 2005

Cita con la melancolía

Besó a su marido en la frente y salió de su casa. Subió a su auto, se quitó los tacones y se puso el cinturón de seguridad. Encendió las luces y giró la llave de contacto suavemente hasta escuchar el sonido del motor. Perfecta sincronía pie izquierdo y derecho, el auto se deslizó fuera de la cochera y dobló por la avenida casi en piloto automático. Manejó derecho sin pensarlo durante algunos minutos, luego un giro a la izquierda y otro a la derecha, para despistar, uno mas a la izquierda, y de nuevo en la avenida para subir a la vía rápida. Tomó el camino conocido y se detuvo frente a un edificio. Buscó las llaves adheridas bajo el asiento del conductor, se calzó los zapatos sacó una bolsa marrón del baúl y abandonó el auto conectando la alarma. Abrió la vieja puerta de madera conociendo el juego exacto necesario para que ceda. Subió al ascensor y se dirigió a la terraza. Abrió la puerta del elevador y agarró de debajo de una maceta la llave de la reja de hierro. Corrió los cinco escalones y se sentó a esperar. Abrió cuidadosamente la bolsa y sacó la botella negra de champagne y las dos copas de vidrio. Descorchó y lleno los recipientes. Eligió una, la puso entre sus dedos y chocando suavemente bebió el primer sorbo.
La despertó el fuerte sol veraniego de la mañana. Su vestido lucí arrugado, como tantas otras veces que el sueño la alcanzaba frente a leve borrachera de la espera. Juntó las cosas en la bolsa y se subió a los tacos. Bajó autómata los diez pisos por la escalera, sin olvidar devolver la llave a su escondite. Volvió a su auto y, descalzándose, manejó hasta su casa. Entró el auto al garage y se dirigió a la habitación de los niños para comprobar que aún dormían. Los miró desde la puerta durante unos minutos y cruzó el pasillo hasta la suite que compartía con su marido hacía ya cinco años. Besó sus labios y se acostó junto a él.