Felizmente desconcertada
Me bajé del colectivo todavía confundida. Preguntándome porque no inquirí tal o cual cosa. Porqué le permití dejarme esta duda, esta incertidumbre. Hasta que entrando a casa entendí. Me gusta esto, necesito esto. Quiero esta incertidumbre, este desconcierto. La quiero porque de esta forma, puedo no tomar una decisión concreta y apurada. Puedo dejarme llevar por las cosas, creer lo que quiero creer. Dejarme invadir por el miedo a que me digas que no. Pero el pánico terrible de que me digas que sí.
Mi realidad hoy, es que tengo a la persona, solo no el momento. Encontré a esos hombres increíbles, soñadores, dulces, divertidos y hermosos, todos fundidos en una sola persona. No es una persona nueva y con toda esa historia, no se puede así. Entonces, donde está mi revolución?
Mi realidad hoy, es que tengo a la persona, solo no el momento. Encontré a esos hombres increíbles, soñadores, dulces, divertidos y hermosos, todos fundidos en una sola persona. No es una persona nueva y con toda esa historia, no se puede así. Entonces, donde está mi revolución?
Debo confesar que me descolocó completamente. Que llenó mi cabeza nuevamente con dudas y certezas no comprobadas. Que refutó todas mis teorías posibles sobre nosotros y la revolución que tanto anhelo. Ahora no se nada. Vuelvo a la maravilla de este vacío insensato, en el que ya no se si soy Cenicienta, antes o después de las doce campanadas. Cuando en verdad no importa. Simplemente protagonizamos un cuento. Uno al que aparentemente todavía no le inventaron el final.